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lunes, 28 de octubre de 2013

Cambios...



Todo el rollo empezó en el mes de marzo. Una amiga y yo vimos que se organiza a una mini carrera de 3 kilómetros para celebrar el Día de la Mujer, y pensamos en plan de desmadre, que había que correrla, total! Era bien poquito. Cabe aclarar que desde hace muchos años siempre tuve el lema de "yo no corro ni por mi vida", y quien me conoce lo sabe perfecto. Pero como que ese lema se me olvido y me quise poner muy aplicada para ese día, además de que varias conocidas iban a correr y pues así según nos íbamos a echar porras unas a otras para lograr el cometido.

Pero la verdad es que el cambio 'psicológico' vino de meses atrás. Creo que fue por allá de diciembre de 2012. Empecé a detestar realmente que me tomarán fotos porque no soportaba la manera en que me veía, pero no hacía nada al respecto, porque quizá "la cámara hace que no te veas tan bien" y demás pretextos pendejos que puedas imaginarte. Y solita me engañaba, por supuesto. Y la venda que tenía en los ojos se me caía cada vez que alguien tomaba una foto (y es que en diciembre no faltan! cenas con los amigos, reuniones, Posadas, Navidad y un largo etcétera) y veía cómo salía. A mis ojos, fatal. No me gustaba nada. Trataba de no siquiera ver las fotos. Y fue cuando llegó ese bendito mes de marzo, con esa bendita carrera. 

Con todo el nervio del mundo participé en esos tres kilómetros que aunque yo decía que era muy poquito, se me hicieron muy, muy muy largos. Pero acabé, y eso me llenó de emoción y confianza luego de haber estado toda apanicada pensando que no iba a acabar y que lo iba a dejar a la mitad. Y luego de eso fue que me decidí.

Decidí que no podía seguir sintiéndome así, y que tenía que hacer algo por mí, esta vez en definitiva. Porque perder tiempo sintiéndote mierda y no gustándote es tirar horas y días valiosos por la ventana, que jamás vas a recuperar. Así qué chiste estar en este mundo, no?

Y empecé a correr. De a poquito. Muy poquito a decir verdad. Pero descubrí que me gusta, y que lo disfruto, y que te relaja, y que pone en orden toda la maraña de ideas que de repente tienes en la cabeza. Además de eso, aprendí a comer mejor. Aprendí a controlarme. Me reencontré conmigo y me empecé a querer y a gustar otra vez. Y creo que ese es el mejor resultado.

Ahora me inscribo en carreras de 5 Kilómetros y aunque estoy consciente de que no soy la más veloz y que de repente durante el trayecto necesito detenerme... Llegar a la meta me llena de emoción y recibir una medalla por el esfuerzo hecho es una sensación única, difícil de plasmar. Y lo más genial es haber hecho por fin las paces conmigo, y creo que es algo que se percibe.

Así que este tipo de cambios siempre serán bienvenidos!