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viernes, 27 de junio de 2014

Quieta!




Lo que parecía ser un fin de semana perfecto en uno de mis meses favoritos del año se convirtió en un muy mal sabor de boca que todavía sigo viviendo.

El sábado pasado estaba totalmente emocionada. El domingo tenía una carrera (lo cual es razón suficiente para andar de buenas durante toda la semana preparándote y esperándola). Tempranito me fui por mi kit para que no me agarran las prisas, y después seguí con el itinerario. Me fui con Anabell y con Rita al cine a ver una película que quería ver desde hace muchísimo tiempo la cual me gustó mucho, comimos en un lugar nuevo que nos encantó (aunque me quedaron a deber el mezcal, pero es motivo suficiente para que regrese, claro está) y nos fuimos a seguir chismeando en el café. Platicamos de cosas triviales, de amores pasados, del futuro, de tomar vacaciones, en fin!!! un día muy a gusto. Cuando el día ya estaba a punto de terminar, para yo descansar temprano y prepararme para el día siguiente me despedí de ellas para irme a casa. Y caminando hacia mi coche, no me di cuenta y pisé una piedra que había en la calle. Y esa piedra hizo que el tobillo se me doblara impresionantemente. No me caí, pero llegué al piso, porque no podía ponerme de pie por el dolor. Anabell que aún no se iba vio todo y me ayudó a pararme, para poder terminar de llegar al coche. En ese momento, era tanto el dolor que sentí ganas de vomitar. Y luego pensé en la carrera del día siguiente. Y menté madres durante un buen rato, en lo que esperaba que el dolor pasaba mientras respiraba profundo para controlarme. La distancia era muy corta, así que pude llegar a mi casa manejando, pero el dolor iba en aumento. Sin tener que agregar que el tobillo empezaba a hincharse. "Chingada madre", no dejaba de pensar. Creen que pensaba en el daño que me había hecho? Para nada. Estaba encabronada de pensar que no podría correr al día siguiente. Que no iba a poder entrenar. Hablamos con el doctor y fuimos a verlo, muy lindo accedió a que fuéramos a su casa para que me revisara (porque ya eran casi las diez de la noche). Revisó el tobillo, no se inmutó en lo absoluto porque se ve que es algo que sucede diario (aunque aún no entiendo por qué carajo me pasó a mí) y me mandó una medicina y radiografías el día siguiente. Creo que alcancé a decirle: "tenía una carrera mañana". Y él, enfático, me lo repitió: "Tenías, mija. Mañana hay que ver lo que dice la radiografía". 

Casi no dormí, para tratar de conciliar el sueño le avisé a mis conocidos lo que había pasado, se lo dije también a mi coach el cual me dio las palabras adecuadas para lo que para mí era un muy muy mal momento y bueno, realmente no me di cuenta cuando me medio quedé dormida. El domingo me desperté muy temprano, mi amigo Jorge vino a recoger mi número con el cual iba a competir para buscar mi medalla (mil gracias por ese detalle, Yorch!) y yo me encaminé a la Cruz Roja. Me tomaron las placas y alrededor de las 11 am ya estaba de regrseo con el doc. Ya las vio, se alegró de que no fuera nada grave, que era solo (sólo!!!) un esguince para el cual me pedía que comprara una tobillera de neopreno para cuando fuera a caminar, descanso de 3 semanas y visita a su consultorio luego de la segunda semana, a ver cómo iba. Y ante esas noticias, yo súper triste. Y enojada por no fijarme por dónde caminaba. Estar quieta? Yo? Cómo se hace eso? 

Quienes me conocen saben mis rutinas: correr temprano, ir al trabajo, eventos, cine, cenas, café, visitas a lugares, pendientes, compras.... CÓMO IBA A PODER ESTARME QUIETA DE REPENTE? y es algo que me sigo preguntando. De a ratos me siento deseperada. De a ratos me siento inútil. De a ratos creo que solo así me pudieron poner un 'estate quieto' voluntariamente a fuerzas. De a ratos me doy cuenta que todo lo que te rodea y todos tus planes pueden cambiar en una micromilésima de segundo sin esperarlo. De a ratos me asusto porque pienso que pueden haber repercusiones y no quedar bien. De a ratos me aterra que el doctor me diga que ya no puedo volver a correr. De a ratos busco paciencia y me digo a mí misma que tres semanas pasarán rápido. 

Y lo que es un hecho: estando "jodida pero contenta" (así contesto cuando me preguntan cómo estoy) es cuando descubres quién de verdad tiene afecto hacia tu persona y se preocupa por ti. Y esas son sorpresas inesperadas.

Nos seguimos leyendo, eso seguro... 



martes, 3 de junio de 2014

Otra vuelta al calendario





Y en un abrir y cerrar de ojos... estoy a nada de cumplir ya 34 años. Los días y los meses volaron (literal) y sin darme cuenta de nuevo estoy aquí, tratando de plasmar un poco mi sentir ante la rapidez del tiempo. Pero tengo que aclarar: aunque el tiempo vuele, me sigue encantando cumplir años. Eso es un hecho.

Tengo sentimientos encontrados. Fue un buen año. Muy buen año, podría decirlo. Con momentos grises, otros de muchos colores, con cambios de hábitos, con lugares favoritos nuevos, con sustos, con trabajo, con salud, con rutinas nuevas, con más kilómetros corridos, con muchas cosas dichas y unas que otras que se quedaron a medias... y aunque aún siento que tengo muchas cosas pendientes que hacer y lograr, el panorama general es genial. Genial porque aquí estoy. Porque aquí sigo. Porque sigo rodeada (de cerca y en la distancia) de gente maravillosa que hace que mi vida tenga sentido.

Cuando era chiquita, me imaginaba y preguntaba cómo sería el momento de ser "grande", lo cual para mí en ese entonces era muy muy muy lejano y "grande" era tener no sé, veinte años, y ya casi como abuelita, no? Ya saben... El día de hoy si me miro al espejo, siento que esa misma niñita chiquita que imaginaba ser grande me regresa la mirada y aún tiene las mismas preguntas que se hacía años atrás... porque en realidad el tiempo pareciera que no existe. Y si soy honesta, creo que yo me sigo sintiendo igual que esa peque, con mil preguntas en la cabeza, como si la vida apenas estuviera empezando y con toda la esperanza del mundo en mi corazón. Con ese feeling de que la gran enseñanza de mi vida, mi gran propósito, está por llegar.

Y por ahora? Creo que lo único que puedo decirles es: Gracias. Gracias por estar. Gracias por leer. Gracias por compartir. Gracias por robarme y dejar que les robara sonrisas, besos, abrazos, carcajadas, gritos, pasos, confidencias, puntos de vista, lágrimas, suspiros. Gracias a los que decidieron quedarse en mi vida, a los viejos amigos, a los nuevos amigos, a la nueva familia, a la familia de siempre, a los que aún no llegan pero estoy segura formarán parte de mi historia. Gracias por hacer de estos años los mejores. Y porque creo que aún faltan muchos años más por venir! Desde aquí, de verdad, de todo corazón, muchísimas gracias!!!