La verdad, y aquí entre nos, pensé que lo había encontrado. Que lo tenía seguro y que solo era cuestión de mejorar ciertos aspectos y ciertos detalles pero que según yo eran pequeñeces, que con el tiempo se solucionarían y nos encaminarían a lo que todas las personas en algún momento de la vida soñamos. Pero no fue así. Se me fue de las manos y se me desvaneció sin esperarlo y sin poder hacer yo nada para evitarlo.
La vida quizás sea así. Yo la verdad es que no lo sé. Entre las ideas de que el universo trabaja a su modo y que el destino lo hace por algo y que la vida te está tratando de dejar una enseñanza y que el karma funciona de cierta forma y el futuro mueve las fichas a tu favor y cuantas más ideas se les puedan ocurrir que nos han venido a meter en la cabeza, la verdad es que lo que viene después es lo complicado. El no entender por qué, el preguntarte cuál es el siguiente paso, el interrogar a todo lo que te rodea para tratar de captar qué fue lo que pasó, el pensar que no hay persona sobre el planeta que disfrute el estar contigo, la incertidumbre, los planes deshechos, los sueños rotos... todo este paquete emocional es lo más complicado de sobrellevar. Y en mi caso, luego de veinte meses, te cuestionas muchas cosas, y aunque le echas ganas y tratas de ver el mejor panorama, no es tan fácil.
Quizá el amor pocas veces es amor por completo. Quizá nadie sale ileso de este planeta. Quizá (sólo quizá) no existen los finales felices, solo la continuidad de una historia con matices y con colores vivos que le van dando sentido a tu vida y aunque deje de existir, te deja una huella de que experimentaste algo, que lo viviste, y que debes sentirte afortunado por eso.
Quizá el amor pocas veces es amor por completo. Quizá nadie sale ileso de este planeta. Quizá (sólo quizá) no existen los finales felices, solo la continuidad de una historia con matices y con colores vivos que le van dando sentido a tu vida y aunque deje de existir, te deja una huella de que experimentaste algo, que lo viviste, y que debes sentirte afortunado por eso.
Qué queda? Sonreír. Agradecer que lo viviste y en su momento lo disfrutaste. Que fuiste feliz y contagiaste a quienes te rodeaban de eso. Quedarte con lo bueno. Y si tienes la suerte de que te suceda, como en mi caso, que no hay nada malo que recordar o que reprochar, sentirse afortunado. Levantarte, sacudirte y seguir caminando, porque el camino ahí sigue, y no hay razón para detenerse... aunque justo ahora, no lo parezca así.
Nos leemos pronto! ;)
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